lunes, 24 de junio de 2013

Manipulación de el lenguaje

La manipulación lingüística
Sólo existe un verdadero conocimiento: el que
nos ayuda a ser libres. Cualquier otro tipo de
conocimiento es mero entretenimiento
Vishnu Purana. Sabiduría hindú1
El lenguaje, un arma con muchos filos
El hombre es un animal lingüístico que se construye a sí mismo y se relaciona con el entorno a través de la palabra. Los seres humanos creamos la realidad nombrándola y construimos nuestra identidad sobre la base de la memoria. Marcel Proust, que escribió siete tomos para encontrar su identidad decía que “la realidad sólo se forma en la memoria”.
El lenguaje es un regalo que le permite al hombre recuperar el pasado a través de la memoria y proyectarse hacia el futuro mediante la imaginación.
El lenguaje hace posible que conversemos con los ojos con los muertos que se han tomado el trabajo de escribir, como hacía Quevedo, y hace presentes realidades lejanas. Basta seguir con el dedo las líneas de un mapa para trasladarnos mentalmente a ese lugar. El lenguaje construye el pensamiento y estructura la imaginación para percibir en el presente el eco del primer día de la Creación. 
El asombro que produce el lenguaje y el misterio que encierra se ha intentado explicar por su origen divino. Platón cuenta cómo Prometeo robó el lenguaje a los dioses: Ante la imposibilidad de encontrar un medio de salvación para el hombre, Prometeo roba a Hefesto y Atenea la sabiduría de las artes junto con el fuego (...) y se la ofrece, así, como regalo, al hombre. Con ella recibió el hombre la sabiduría para conservar su vida (...)
El hombre, una vez que participó de una porción divina, fue el único de los animales que, a causa de este parentesco divino, primeramente reconoció a los dioses y comenzó a erigir altares e imágenes de dioses. Luego adquirió rápidamente el arte de articular sonidos vocales y nombres, e inventó viviendas, vestidos, calzados, abrigos, alimentos de la tierra.2
Las palabras, como las manos, acarician, comunican, construyen, crean, pero también agreden y manipulan. Todo depende del uso que se haga de ellas. Quedan todavía personas generosas que trabajan pacientemente y en silencio para compartir con la humanidad sus hallazgos simplemente por la satisfacción que produce devolverle a la vida lo que la vida les ha dado. Estas personas tienen un concepto muy claro de su responsabilidad como intelectuales.
Como en el caso de cualquiera que persigue un fin de dudosa licitud, el
ideal del manipulador es influir en la víctima sin que ésta se percate. Del Diablo se han escrito bastantes páginas, pero pocas verdaderamente acertadas.
En el poema El jugador generoso, de Charles Baudelaire, el protagonista se juega el alma con Lucifer y la pierde. Satán, en un momento de intimidad, confiesa que “solamente una vez sintió peligrar su poder, y fue el día en que escuchó a un predicador, más sutil que sus colegas, exclamar desde el púlpito: «¡Queridos hermanos, no olvidéis nunca, cuando oigáis ponderar los logros del progreso humano, que el más astuto ardid del diablo consiste en persuadirnos de que no existe!»”3 Para controlar las mentes ajenas, una de las mejores herramientas es el lenguaje. Quien busca tal control sabe perfectamente el valor que tiene la
forma, por encima del contenido. Esto explica la atención que los publicistas en general y algunos periodistas prestan a la función poética y a los aspectos formales. La forma significa o engaña, según el uso que hagamos de ella. Hay que saber colocar las palabras en el lugar adecuado, pues el valor de las palabras viene dado no tanto por su significado como por la posición que ocupan en el discurso y por su relación con el resto de las palabras. Pensar, escribir, manipular son actividades intelectuales que consisten básicamente en colocar las palabras en el orden correcto.
Dos novicios adictos a la nicotina acuden al abad en busca del permiso
para poder atender su dependencia en todo momento. Uno le pregunta al pádre:
—Padre, ¿se puede rezar mientras se fuma?
Y el otro, cuando llega su turno dice:
—Padre, ¿se puede fumar mientras se reza?
Es fácil imaginar el sentido de las dos respuestas. A la salida se encuentran los novicios:
—A mí me ha dicho que sí
—Pues a mí me ha dicho que no, y encima se ha enfadado.
—Pero tú, ¿qué le has preguntado?
El manipulador sabe que la mente humana conecta palabras que no están relacionadas sintácticamente en el discurso y que establece vínculos entre personas que no tienen nada que ver en la realidad simplemente porque aparecen en el mismo espacio. También sabe que la mente establece relaciones de causalidad entre dos hechos que se presentan como sucesivos en el tiempo, aunque sea evidente que no tiene nada que ver.
¿En qué ha contribuido un político a que un deportista alcance un triunfo? En nada. Sin embargo la aparición de un político en la misma foto que un futbolista es muy beneficiosa para el político. Esto se puede hacer de forma descarada y de una manera subrepticia. En vísperas de unas elecciones del siglo pasado se superpuso la imagen de Felipe González, que por aquel entonces era el presidente del gobierno, con la de Butragueño marcándole cuatro goles a Dinamarca en el Mundial de Fútbol.
El redactor de un titular sabe que si la palabra cárcel y el nombre de una persona aparecen en la misma frase, éstas se asociarán en la mente del lector, aunque el adverbio no niegue la relación:
NO HAY PENA DE CÁRCEL PARA EL ALCALDE DE T.
La primera frase de un discurso (y de una novela) es crucial, pues influye en la forma de percibir lo que sigue. De hecho conforme vamos leyendo lo leído se proyecta sobre lo no leído creando una serie de expectativas que luego la lectura confirma o niega. En la película “Primera Plana” el director del periódico (Walter Mattau) conversa con el redactor (Jack Lemmon): —¡Un momento! ¿Qué has escrito?
—”Mientras centenares de hombres armados y pagados por el sheriff recorrían Chicago disparando y sembrando el terror, Er Williams estaba escondido a menos de cincuenta metros del despacho del sheriff...
—¡Un momento! ¿No mencionas el periódico? —Eso está en el segundo párrafo.
—¿Y quién diablos va a leer el segundo párrafo? Llevo quince años enseñándote cómo se escribe un artículo. ¿He de hacerlo yo todo...? No es lo mismo decir de alguien que es tozudo e inteligente que definirlo
como inteligente y tozudo. Las connotaciones positivas o negativas del primer adjetivo tiñen el resto del discurso. El uso irónico o sarcástico de las comillas pueden volver ridículas expresiones serias y desacreditar a las personas. Así se redacta un titular en El País de 24 de junio de 2009 (donde, por cierto, además de las comillas, se utiliza otra de las herramientas favoritas del manipulador: la difusión de un rumor):
LA SOMBRA DE LA COCAÍNA PLANEA SOBRE BERLUSCONI
EN UNAS LLAMADAS SE HABLA DE UNA “FIESTA BLANCA” Y SE CITA
EL ALIAS DE UN `CAMELLO´ 
Las distintas maneras de referirse a una misma realidad revelan una postura ideológica sobre la misma. No es lo mismo decir Los soldados del ejército X se matan entre sí
que Cuatro soldados muertos por fuego amigo. No es lo mismo escribir Un proyectil mata a treinta civiles en una escuela que Los daños colaterales alcanzan una escuela Al decir de algunos psicólogos, el cerebro humano siente predilección por explicaciones globales que justifiquen el mayor número posible de hechos. Se le evita así a ese órgano el esfuerzo de pensar y el trabajo de matizar. La culpa de la crisis económica es del gobierno La responsabilidad de los atentados del 11M es del gobierno
Los hijos se portan mal porque los padres no saben educarlos El manipulador también conoce el poder que tiene la palabra NO, palabra que, al parecer, desconoce la mente. No es lo mismo decirle a alguien que está
con la lengua fuera en el kilómetro cuarenta de la maratón 
—¡Ánimo!que —¡No te retires ahora! Parece lo mismo pero no es lo mismo.
Se le atribuye a Nixon una frase sobre J.F. Kennedy, su adversario en las
elecciones:
No emplearé como argumento en su contra el hecho de que el senador Kennedy sea católico.
Un pájaro de cuidado el tal Nixon.
El manipulador sabe que la mejor forma de inculcar una idea en las mentes ajenas es repetirla hasta la saciedad. Lo repetido aburre, hace bajar la guardia y diluye el sentido crítico. Por otro lado lo repetido se memoriza fácilmente y se vuelve familiar, y lo familiar, aunque sea perverso, siempre proporciona la sensación de seguridad. La verdad es que los seres humanos nos acostumbramos a cualquier situación, por terrible que parezca, y extraemos la sensación de seguridad de la rutina, por muy delirante que sea. Se habla de reclusos que, después de una larga condena, prefieren seguir en la cárcel, que
para ellos al fin y al cabo es un universo conocido. Prefieren la dulce esclavitud a la dura libertad. Sea como fuere, la repetición es un recurso muy utilizado por políticos y publicistas. Cuando uno escucha un discurso repetido mil veces conviene acordarse de Goebbels:
Váyase, señor González España va bien
Ya se ven brotes verdes Hay armas de destrucción masiva en Irak y las encontraremos
ETA está detrás del 11M El gobierno no tiene nada que ver con los GAL La mente humana asocia al mensajero con la noticia. El atentado terrorista es culpa del portavoz del gobierno y el hombre del tiempo tiene la responsabilidad de que llueva o haga sol el fin de semana en que he decidido
salir al campo. Por eso los portavoces y los políticos utilizan ese lenguaje tan
elusivo, edulcorado y eufemístico, por eso su tenaz resistencia a llamar a las cosas por su nombre.
Los juicios absolutos sobre alguien simplifican la cuestión, que es de lo que se trata. Cuando se califica a alguien de inútil se intenta proyectar esta característica sobre toda la persona. Si es un inútil es un inútil para todo. Esto nunca es real. No hay nadie que sea un inútil absoluto ni nadie que sirva para
todo. Las personas tenemos menos capacidad para determinadas tareas pero somos extremadamente hábiles en otras. Pero esto al manipulador no le interesa, fundamentalmente porque no le interesa la realidad. 
(Entre paréntesis: parece ser que la mente humana sólo deja entrar las ideas que corroboran mi visión del mundo. Casi nadie cambia de opinión, aunque le muestres la verdad con claridad meridiana. Si yo creo que los esquimales son pelirrojos, olvidaré que el 99,9% tienen el pelo negro y me agarraré a la excepción para justificar mi idea.) El nexo causal es una de las armas más poderosa de persuasión. Estable-
cer las causas de algo, aunque sean ficticias, reduce el nivel de incertidumbre y, de nuevo, proporciona seguridad a esta especie, la humana, que parece siempre muerta de miedo. La mente relaciona causalmente hechos entre los que hay una simple prelación cronológica:
El nuevo gobierno toma posesión. Baja la bolsa Parece ser que alguien hizo el siguiente experimento para demostrar el
poder del nexo causal: en una cola de la fotocopiadora alguien pide permiso
para saltarse el turno. La pregunta 
—¿Me deja pasar? Es que tengo que hacer una fotocopia
—resultó más eficaz que
—Por favor, ¿me deja pasar?
El manipulador también conoce el extraordinario valor de los números, especialmente los que forman una estadística. Casi nadie habla bien de las estadísticas pero todos las utilizan como arma arrojadiza. Al parecer pensar como la mayoría tranquiliza a una buena parte de la población. Sin embargo,
como digo, predominan los juicios negativos sobre ellas. Se le atribuye a Mark Twain y a Disraeli, indistintamente, la siguiente frase Existen tres clases de mentiras: las mentiras, las mentiras cochinas y las
estadísticas José Stalin al parecer dijo: Una única muerte es una tragedia; un millón de muertes es una estadística.

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